Entrenamiento de la Fuerza (2.13) - Mejora del aporte metabólico y energético

Entrenamiento de la Fuerza (2.13) - Mejora del aporte metabólico y energético


Con más del 40% de la masa corporal total –en algunas personas musculosas entrenadas puede llegar a ser el 50%– el músculo esquelético representa el órgano metabólico más grande del cuerpo humano.

Por lo tanto, un aumento de la actividad de este órgano produce un aumento metabólico igualmente significativo. En este sentido, no sorprende para nada un estudio norteamericano que apunta como responsable principal de la disminución del intercambio metabólico la reducción de la masa muscular, ya que esta reducción se refleja en unos valores que llegan al 40% a los 70 años. Para aumentar el metabolismo, el músculo esquelético representa el punto crucial.

Desde el punto de vista energético, durante la realización del entrenamiento de la fuerza tienen lugar diferentes procesos de adaptación en función de la organización del entrenamiento. Si se realizan unidades de entrenamiento trabajando casi exclusivamente del 90 al 100% de la Fmáx. con largas pausas intermedias, casi no se puede ver cambios significativos de los valores referentes al almacenamiento y el aporte energético. En cambio, si se llevan a cabo pausas intermedias cortas y unidades de entrenamiento intensivas trabajando del 60 al 90% de la Fmáx., el cuerpo realiza adaptaciones energéticamente muy ventajosas. Se produce un aumento de las unidades de almacenamiento energético como el ATP (adenosintrifosfato), el PC (fosfato de creatina) y el glucógeno. Por ejemplo, en diversos estudios realizados se encontró en el músculo vasto lateral (extensor lateral de la rodilla) de los culturistas un 50% más de reserva de glucógeno que en las personas no entrenadas (Tesch) y se observó que, después de un entrenamiento de la fuerza de 5 meses de duración se producía un aumento de la concentración del PC y el ATP de en torno al 20% (MacDougall).

Correspondientemente se produce también un aumento de la actividad enzimática glucolítica anaeróbica. La realización de unidades de entrenamiento agotadoras con unas 10 RM (RM: repetición máxima; 10 RM significan una resistencia con la que es posible un máximo de 10 repeticiones) aumentan la tolerancia al lactato. Si en cambio se practican principios de circuito o de superseries de unos 30 minutos, mejoran también los efectos del metabolismo aeróbico.

Es por ello que, con un entrenamiento de la fuerza correcto y bien estudiado (prolongado en el tiempo) se puede obtener una ganancia en las reservas energéticas musculares de modo que nos den un "plus" a la hora de realizar nuestra actividad deportiva habitual.

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