Entrenamiento de la Fuerza (2.9) - Mejora de las Funciones de Protección
Entrenamiento de la Fuerza (2.9) - Mejora de las Funciones de Protección
Para hablar de las mejoras de las funciones
de protección, debemos tener en cuenta situaciones en las que el
cuerpo puede llegar a fases de aceleración muy altas como las que se producen cuando se tiene una caída accidental; un frenazo o un accidente de tráfico; en la fase de aterrizaje después de saltar de un muro o de un aparato de gimnasia; el momento en que un objeto acaba de abandonar la mano
después de efectuar un lanzamiento.
En
todos estos casos hay que compensar fuerzas muy altas en un espacio de tiempo muy corto. La gran energía de movimiento con la que se ve confrontado
el cuerpo debe ser parada de forma rápida y, si es posible, ¡sin
provocarnos daños!
El
mejor sistema de amortiguación dinámico del que dispone el cuerpo
para estos casos es su músculo
esquelético. El músculo es el que tiene más elasticidad; sólo el músculo es capaz de producir fuerzas contrapuestas en todas
las posiciones articulares y en cualquier longitud muscular.
Únicamente él es capaz de frenar la gran energía cinética con
trabajo muscular concéntrico y excéntrico de forma sistemática.
Cuanta más energía cinética
absorba la musculatura, menor será la fuerza restante que deberán
absorber la cápsula y el aparato ligamentario en los puntos
articulares finales.
La
fórmula simple dice así: “Cuanto más fuerte sea la musculatura,
mayor será su capacidad de amortiguación”. Amortiguar una
caída está bien, pero amortiguarla con fuerza es más efectivo y
reduce notablemente el riesgo de lesión. Esto
explica que, en accidentes de automóvil en los que los ocupantes
sufrieron un traumatismo con latigazo cervical, los afectados que
eran deportistas de competición, culturistas o luchadores, aparte de
tener agujetas (gran contracción de la musculatura cervical
en el momento del accidente) quedaron
ilesos.
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