Entrenamiento de la Fuerza (2.16) - Efectos hormonales beneficiosos
Entrenamiento de la Fuerza (2.16) - Efectos hormonales beneficiosos
El tema de los efectos hormonales es extremadamente complejo y lo vamos a tratar muy por encima.
Cualquier carga aguda provoca un aumento de la concentración de hormonas en la sangre. Esta concentración de hormonas en sangre desempaña un papel importante en los procesos reparadores y, si se efectúa un entrenamiento a largo plazo, en la adaptación funcional de los tejidos -como por ejemplo, el aumento del tejido muscular y óseo-.
Durante e inmediatamente después del entrenamiento de fuerza se produce un aumento de los valores de testosterona y de la hormona del crecimiento (GH) en sangre, siendo para las mujeres el aumento de la testosterona bastante más pequeño. La variación del perfil hormonal oscila en función de la edad, aunque incluso en hombres de 65 años se ha comprobado un claro aumento del nivel de testosterona.
El aumento hormonal será mayor cuanto más intenso sea el entrenamiento, cuanto más cortas sean las pausas entre series, cuantos más grupos musculares se soliciten y cuantas más series se realicen a una intensidad alta.
En el caso de la hormona de crecimiento (GH) los parámetros que acabamos de indicar son perfectamente validos, aunque los valores más altos se observan cuando se trabaja a 10 RM.
La testosterona favorece, entre otras cosas, la formación de la proteína muscular del propio cuerpo. El aumento de la hormona del crecimiento es de especial importancia, por ejemplo, para la síntesis directa de proteínas, en una serie de procedimientos metabólicos anabólicos, para el vertido de los factores de crecimiento insulínicos (IGF) y para la formación de tejidos -como por ejemplo, el tejido cartilaginoso-.
El tema de los efectos hormonales es extremadamente complejo y lo vamos a tratar muy por encima.
Cualquier carga aguda provoca un aumento de la concentración de hormonas en la sangre. Esta concentración de hormonas en sangre desempaña un papel importante en los procesos reparadores y, si se efectúa un entrenamiento a largo plazo, en la adaptación funcional de los tejidos -como por ejemplo, el aumento del tejido muscular y óseo-.
Durante e inmediatamente después del entrenamiento de fuerza se produce un aumento de los valores de testosterona y de la hormona del crecimiento (GH) en sangre, siendo para las mujeres el aumento de la testosterona bastante más pequeño. La variación del perfil hormonal oscila en función de la edad, aunque incluso en hombres de 65 años se ha comprobado un claro aumento del nivel de testosterona.
El aumento hormonal será mayor cuanto más intenso sea el entrenamiento, cuanto más cortas sean las pausas entre series, cuantos más grupos musculares se soliciten y cuantas más series se realicen a una intensidad alta.
En el caso de la hormona de crecimiento (GH) los parámetros que acabamos de indicar son perfectamente validos, aunque los valores más altos se observan cuando se trabaja a 10 RM.
La testosterona favorece, entre otras cosas, la formación de la proteína muscular del propio cuerpo. El aumento de la hormona del crecimiento es de especial importancia, por ejemplo, para la síntesis directa de proteínas, en una serie de procedimientos metabólicos anabólicos, para el vertido de los factores de crecimiento insulínicos (IGF) y para la formación de tejidos -como por ejemplo, el tejido cartilaginoso-.
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